miércoles, 17 de diciembre de 2014

Las musas son como gatos.

La tierna manía que tenemos de crear rutinas para no hacerlo todo solos.
Como si la rutina fuera a salvarnos de algo que llevamos dentro.
Es tentadora la idea de convertir a una musa en rutina;
hacer el amor por las noches,
por las mañanas café, tostadas, zumo de naranja.
Lavarse los dientes y poner caritas de bobo con su compañía.
Gozando un lunes como si se tratase de un viernes de Carnaval.
Ducharse, follar en la ducha y empezar el día siendo un animal satisfecho.

Creo que las musas enamoran cuando se lavan los dientes contigo;
se despojan de toda esa "inalcanzabilidad".
Y te dejan verlas por la mañana para que se joda el sol, los pájaros, y todas tus buenas mañanas.


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